Los zapatos de Lluís Pasqual

Es uno de los directores de teatro españoles con mayor proyección internacional. Con sólo 32 años le nombraron director del Centro Dramático Nacional de Madrid, y lo ha sido del Arriaga de Bilbao, del Odéon de París y de la Bienal de Teatro de Venecia. Sus montajes son todo un referente. Lleva dos temporadas seguidas batiendo récords de espectadores en el Teatre Lliure, de Barcelona, que fundó y ahora vuelve a comandar.

(Perfil publicado en el suplemento Estilos de Vida, de La Vanguardia, el pasado 6 de agosto de 2014)

Fotos: Jordi Play

Fotos: Jordi Play

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O en texto seguido:

“Tomarse muy en serio no es demasiado serio”, cuenta Lluís Pasqual (Reus, 1951) que una vez le oyó decir a Beckett. Una frase muy aplicable al fetichismo contumaz de este director de teatro, danza y ópera. Aunque sólo es laboral, no personal, insiste. Lo cierto es que desde hace más de tres décadas, el que fuera director del Centro Dramático Nacional María Guerrero de Madrid a los 32 años, necesita comprarse unos zapatos nuevos para cada nuevo proyecto. Es una prenda, para él, puramente instrumental.

Si se enfrenta a un Goldoni, por ejemplo, necesita algo ligero, flexible, plano, que no haga ruido, como el calzado que llevaban los comediantes de la Commedia dell’Arte. En cambio, para Peter Handke, de quien dirigió hace tres años Quitt, los irresponsables están en vías de extinción, un espectáculo que relata la historia del capitalismo, consideró que requería un zapato duro, por lo que se hizo con una bota. “No ensayo tranquilo hasta que encuentro el par de zapatos adecuados para el espectáculo que debo preparar. La forma en que caminan y se mueven los actores al representar una obra tiene que ver con cómo respiran y su respiración está relacionada con la poética del texto. No es lo mismo un Chéjov, que un Lope de Vega o un Shakespeare”.

A veces, Pasqual encuentra la relación entre calzado y dramaturgo rápidamente y otras le resulta muy complicado. “He llegado a comprarme tres, cuatro pares de zapatos distintos hasta encontrar lo que necesito para aquel espectáculo”. Para uno de los últimos espectáculos que ha dirigido, “Final de partida” de Samuel Beckett, que ha presentado en Nápoles, Pasqual escogió un par de botines de piel fina y clara, que le regaló hace un tiempo un amigo, hechos a mano y con garantía de por vida. “Necesitaba liviandad, un zapato cerrado pero muy flexible. Estuve buscando y al final opté por estos, que hacía tiempo que tenía y me ponía para mi vida fuera del teatro. Los probé un día en un ensayó y sí, funcionaban”.

Eso sí, a este director de teatro los zapatos no le duran nada. ¡Los destroza! Dos meses de usarlos y a la basura. “La ropa de teatro se consume muy rápidamente, mucho más que la ropa de calle. Una camisa en teatro puede durar un mes y medio, luego el hilo está tan quemado y deshecho que tienes que tirarla. Y eso es por la cantidad de energía que generas cada día”.

 

 

Huyendo del formato pantalla

“Más que escoger el teatro, el teatro me escogió a mí”, asegura Pasqual, quien estudió filología en la universidad porque quería ser profesor de latín y ha acabado siendo uno de los directores de teatro contemporáneos más importantes. Ha estado al frente de centros como el María Guerrero de Madrid o el Odéon de París, y ha sido galardonado en numerosas ocasiones. Fundó el Teatre Lliure de Barcelona, en 1976, y desde 2010 ha vuelto a asumir la dirección.

Replica, cuando le preguntan, que el problema de este arte es como dijera el también director y dramaturgo Peter Brook, es el precio. Por eso impulsa desde el Teatre Lliure que haya días y promociones para todos los bolsillos. Que nadie se quede sir ver una obra por motivos económicos. “En una época de crisis como la actual, la gente tiene una necesidad absoluta de confrontarse con cosas que no puedan bajarse de Internet, que huyen del formato pantalla que domina todo lo que hacemos desde que nos levantamos hasta que nos vamos a dormir. El teatro es una renovación de emociones, de sentimientos, único”. Prepárense, porque para la próxima temporada prepara una bomba: El Rey Lear, de Shakespeare.

Puente aéreo Barcelona-Madrid

Siempre que puede, Lluís Pasqual intenta potenciar la ida y venida de espectáculos, el puente aéreo, bromea, entre Barcelona y Madrid, pero también con otras ciudades, como Buenos Aires. “Nadie llama preguntando por la lengua del espectáculo ni viene ni deja de venir por cuestiones lingüísticas. Lo que interesa son los actores, la obra, el director”, asegura.

Una respuesta a “Los zapatos de Lluís Pasqual

  1. Parece mentira como una «simple» prenda de vestir puede dar el caracter y la personalidad necesaria para interpretar un papel encima del escenario.

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